Los predadores ocupan la parte
alta de la cadena alimenticia, a su vez pueden servir de presa a otros
predadores; pero hay algunos que ostentan el lujo de dominar sobre todos y no
temerle a nada, ya que no hay quien se les oponga. Son animales dotados de gran
poder y habilidad, con capacidad de hacerle frente a cualquier enemigo y cazar
lo que se les venga en gana. Estos seres reciben el nombre de superpredador.
En El Salvador hubo un
superpredador que, por su gran poder y audacia, influyo de manera notable en la
cultura mesoamericana. Sin competidores,
ejerciendo su soberanía, el ingente jaguar se paseaba por los bosques
tropicales del territorio cuzcatleco.
El nombre científico del jaguar
es Panthera onca, y es el tercero más
grande entre las panteras (en donde también figuran el tigre, el león y el leopardo).
Posee la mordida más poderosa entre todos los félidos, lo que le permite matar
a sus presas atravesándoles el cráneo hasta llegar al cerebro.
Desde la llegada de los españoles
al jaguar se le conoció como el tigre americano. Su nombre deriva del guaraní
yaguar que significa “auténtica fiera”.
Su dieta es muy variada,
consumiendo roedores, aves, ciervos, tapires, pecaríes, peces, ranas,
capibaras, animales domésticos. Su gran mandíbula le permite rompen el
caparazón de las tortugas y matar a animales tan poderosos como caimanes y
anacondas. Caza en tierra, sobre los árboles y en el agua, ya que domina los
tres nichos (ya solo le faltaría volar… que cuando salta parece hacerlo).
El jaguar posee un gran parecido
al leopardo africano; pero a diferencia de este, el félido americano es más
grande, robusto y poderoso. Una forma de diferenciar entre ambos es fijarse en
las manchas del cuerpo, en el caso del jaguar sus rosetas rodean a otra
central, cosa que no sucede en el leopardo.
La influencia del jaguar en la
cultura indígena de El Salvador se deja sentir al observar las estatuillas
referentes a este gran félido en Cihuatán y las cabezas de jaguares encontradas
en el occidente del país.
Desde los años 70 el jaguar se
considera totalmente extinto de El Salvador. La subespecie que habitaba el país
fue el P. onca centralis y se encargaba
de sembrar el pánico entre todas las demás criaturas de la selva.
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