Es bastante conocida la
existencia de entrenamientos destinados a fortalecer la potencia del golpe y la
resistencia física de la parte del cuerpo que lo
ejecuta. Las artes marciales, en general, utilizan métodos para endurecer partes
como los nudillos, las tibias, los bordes de la mano, etc.
Julius Wolff, un cirujano alemán,
dijo con sus palabras: “La forma y
estructura de los huesos en crecimiento y de los adultos, depende del estrés y
la tensión -esfuerzos- a los que están sometidos. Alterando las líneas de
tensión, la forma de los huesos puede ser cambiada.
La ley de Wolff se resume de la siguiente forma: “Si un hueso normal es cargado -esfuerzo- en una
nueva dirección, su estructura y forma cambia con su nueva función”
Lo que significa que el hueso tiende a
cambiar de forma estructural como adaptación a las demandas mecánicas a las
cuales se exponga.
En muchas artes marciales se busca aumentar
el poder del golpe por medio de esta ley, y es lo que les permite romper
objetos duros.
El hueso, al sufrir las microtraumas,
obviamente sufre pequeños daños estructurales, pero estos se regeneran,
volviendo a las trabéculas (estructuras que conforman el hueso esponjoso), más densas y fuertes.
Trabéculas del hueso esponjoso
El cambio de forma que sufre una trabécula se
da mediante dos procesos:
Crecimiento por aposición.
Los osteoblastos se
encargan de depositar laminillas de forma sucesiva en la zona donde existe el
efecto mecánico.
Remoción del tejido óseo.
Los osteoclastos se
encargan de remover el tejido óseo de las trabéculas en las zonas donde no
existe ningún tipo de compresión (efecto mecanico).
Por lo tanto las partes del cuerpo que han sido sometidas a estos microtraumas (por efectos mecánicos) serán más gruesas y fuertes y permitirán realizar
entrenamientos más intensos, aumentando la potencia.
Las tibias se fortalecen según se golpea de
manera progresiva sacos y superficies duras, al principio se hace con
espinilleras, pero conforme se avanza estas van dejándose de lado, según el
hueso va obteniendo fortaleza y requiriendo de una mayor tensión.
Los nudillos se entrenan también golpeando
superficies que generen ese cambio adaptativo que menciona la Ley de Wolff.
Si al golpear se siente mucho dolor o
resultan hematomas, es porque lo estamos haciendo mal, ya sea porque las
superficies es demasiado dura o estamos golpeando de manera inadecuada.
El mal entreno puede llegar a provocar
lesiones mayores, que nos puede comprometer la salud del hueso o de la
articulación.
Muchas veces el área que se somete a los
microtraumas puede sufrir degeneración de las terminaciones sensitivas, y la
adaptación se genera porque ya no se es capaz de sentir el estímulo al que se
expone.
A pesar de que históricamente se han usado
procedimientos rigurosos para fortalecer la potencia del golpe, hay muchos
detractores de estas prácticas como Shigeru Egami quien consideró que, tras
utilizar esos métodos durante los 24 años que lo hizo, la utilidad que logro no
fue significativa.
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